
Brillante Mendoza recorre en 'Tirador' los suburbios de Manila y la vida de las pandillas de delincuentes
Las películas de los ochenta dieron un barniz de héroe a 'rateros' como El Vaquilla o El Torete. El director filipino Brillante Mendoza, por su parte, los muestra como delincuentes, sin maquillajes y sin más futuro que el próximo tirón. Ayer presentó en Cines del Sur su penúltimo trabajo, Tirador, donde muestra la historia de un grupo de ladronzuelos en una de las barriadas más pobres de Manila, con la religión y las elecciones como telón de fondo. Pero la cinta de Mendoza está a años luz de la saga que en España dirigió Antonio de la Loma. Es una película potente, fieramente humana, descarnada. "Los políticos y las delincuentes aparecen en la película en el mismo plano porque en Filipinas es normal que los políticos corrompan todo su entorno, sobre todo en época de elecciones", confesó Brillante Mendoza durante la presentación. Y ello trufado con imágenes desoladoras. En una de ellas, una joven roba una dentadura postiza que al poco cae al barro.
En principio, Tirador iba a ser un documental sobre la Semana Santa en Manila. Pero, al empezar a documentarse, Mendoza tomó contacto con los rateros de los suburbios y cambió el guión. "En cualquier película intento en primer lugar entender a la comunidad que voy a retratar, no me gusta incidir en el punto del realizador y apuesto por mostrar a la sociedad tal y como es". Y para un director que desde 2005 ha firmado siete películas, entre documentación y rodajes no le queda tiempo ni para respirar.
Tampoco a los actores protagonistas de Tirador, que comienza con una redada por las intrincadas calles de la capital filipina. Después, los rateros viven un día a día sin futuro, con la única preocupación del siguiente golpe. Y sin final moralizante. "Quise mostrar la desesperación constante de los personajes, era el objetivo, y por eso no quise buscarles un final determinado", explicó Brillante Mendoza, que calificó Tirador como "película de guerrilla". "El equipo de rodaje habitual era de unas cuarenta personas y además no teníamos permiso para filmar", ahondó el director filipino.
También destacó la personal banda sonora. Nada que ver con Los Chunguitos del cine de delincuentes patrio. "La música se fue diseñando a medida que se desarrollaba el rodaje", explicó Mendoza. "Hicimos un estudio continuo para romper con las bandas sonoras habituales y apostar por una que no fuera orquestada, música encontrada y rescatada del entorno en el que rodamos". Incluso los ruidos de la calle se convierten en perfectos actores secundarios. Para el director, "en Filipinas se habla mucho, es una sociedad muy viva y con muchos ruidos". En su paso por el Festival de Cannes, esta manera de rodar creó firmes detractores; pero también profundos admiradores. Al contrario que cuando exhibió su trabajo a los delincuentes en los que se inspiró. "Decían que había retratado su verdad", concluyó con satisfacción Brillante.
http://www.filmaffinity.com/es/film812501.html
http://pateando-el-mundo.blogspot.com.ar/2008/06/tirador-revoluciona-cines-del-sur.html
"TIRADOR" REVOLUCIONA CINES DEL SUR
Cuando salimos del Isabel La Católica, de ver “Tirador”, en Cines del Sur, Sacai y yo nos encontramos con unos amigos. Era difícil explicarles que habíamos estado viendo una película filipina, rodada en tagalo, con subtítulos en inglés y, más abajo, en español. Sin entrar en el hecho de que la cinta está filmada en vídeo y que, por tanto, su factura no es ésa a la que siempre estamos acostumbrados. Era difícil, sobre todo, explicarles que nos había gustado, que nos había tenido amarrados a los asientos, con los ojos fijos en la pantalla y que la película, aún con sus penurias presupuestarias, estaba bien. Muy bien.
Esta mañana, muy de mañana, corrí al quiosco para comprar IDEAL. Quería saber qué le había parecido la película a David López, especialista del periódico en cines alternativos y del sur, cuya página Séptimo Vicio es una referencia a nivel internacional.
“La crudeza del filme filipino “Tirador” sacude el certamen.” Así arrancaba la estupenda reseña de David. Tan estupenda, que ganas tengo de fusilarla casi enterita. Pero bueno, les dejo el enlace para que ustedes juzguen.
Por mi parte, haciendo una analogía gastronómica, diríamos que “Tirador” es como ir a un restaurante filipino y que te pongan erizos en el menú, pero sin que les hayan quitado las púas. Erizos acompañados de medusas picosas y mantas rayas que transmiten electricidad, dada la contundencia de la propuesta fílmica filipina.
No me quedé al coloquio con el director de “Tirador”, un individuo llamado Brillante Mendoza, pero me habría gustado saber cómo afrontó la preparación de la película máxime porque, según parece, el tipo lleva filmadas siete películas en cinco años. Ésta, en concreto, transmite la sensación de que Mendoza se haya instalado en uno de los peores suburbios de Manila durante meses para conocer bien a sus habitantes, tramar amistad con ellos y, después, perfectamente encastrado en el paisaje, sacar discretamente su cámara para acompañarles en sus correrías como mudo testigo, sin juicios de valor de ningún tipo.
¿Cine documental? ¿Neorrealismo a la filipina? Por momentos, la historia del chico que debe dos letras del bicitaxi nos recuerda a películas como “Plácido” y “Ladrón de bicicletas”, sólo que, en vez de deslizarse por las vises cómica o dramática tradicionales, “Tirador” se lanza a tumba abierta hacia un tremendismo nihilista en que secuencias como la de la dentadura, sin ser truculentas, casi te obligan a esquivar la mirada de la pantalla.
A través de un reparto coral conformado por decenas de vecinos de un suburbio de Manila, auténtico protagonista de la película, y con un diseño de producción crudamente realista, la película de Brillante Mendoza es de las que sacuden conciencias y permiten al espectador occidental el reconciliarse con las cartas que, por suerte, el destino les ha repartido en el juego de la vida.
Una película que te deja decenas de imágenes grabadas en la retina: los furtivos encuentros sexuales, las peleas de gallos, las apuestas callejeras, los tirones, los robos con intimidación, peleas a pedradas... y todo el barullo y el caos de una capital caótica y enfollonada. Y, luego, el contraste con esos políticos vergonzosos que hablan de familia, Biblia y amor mientras compran los votos de la gente por un puñado de pesos.
Una película potente que, en las antípodas del cine facilón al que estamos acostumbrados, supone un ácido bocado de una realidad que no conocemos y que, sinceramente, nos cuesta trabajo comprender.
La pregunta es ¿estará en el palmarés de Cines del Sur?
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
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