
Antek sale de la cárcel donde ha permanecido tres años por causas
innombradas. Desea llevar una vida honrada, iluminado por la ayuda que
recibió de una joven, cuando se manchó de arriba abajo con cemento en
uno de los trabajos que hacía en prisión. De hecho, busca trabajo en la
construcción, cerca de donde vive la joven. Y en efecto, logra acercarse
a ella. Al tiempo, su jefe se porta muy bien dándole empleo, pero ello
le pone en una situación incómoda, pues tiene una deuda con él, y al
tiempo sus compañeros de obra quieren que esté de su lado en sus
reivindicaciones. Espléndido trabajo de Krzysztof Kieslowski, que
despliega su trama con gran naturalidad y verismo, lo que no impide
encuadres y planificación maravillosos. Late de fondo cierta
desesperanza, pues los deseos de felicidad con que arranca el film -la
celebración carcelaria de la Navidad-, que continúan con los deseos de
Antek de llevarse bien en el trabajo, y de formar una familia, chocan
con una realidad donde el odio y el enfrentamiento pasan factura. El
protagonista y coguionista Jerzy Stuhr hace un buen trabajo, dando el
tipo de personaje sobrepasado por los acontecimientos, a pesar de su
buen corazón.-
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