
El cineasta ucraniano discípulo de Eisenstein, Grigori Kozintsev,
filma un Don Quijote (Don-Kihot) en color, con Nikolai Cherkassov en el
papel de hidalgo y excelentemente ambientado por el escultor español
Alberto Sánches, exiliado en la Unión Soviética desde el fin de nuestra
Guerra Civil. Kozintsev en su afán por subrayar la condición de símbolo
de la justicia de don Quijote, nos presenta, como ha señalado con
agudeza Jose Luis Borau, a un caballero que "no está loco. Es un hombre
de extrema buena voluntad, un profeta, que sale a los campos de Castilla
a predicar su buena nueva y fracasa. Los libros de caballería no le
secaron el cerebro, aunque el cura y el barbero los quemen en el patio.
Sólo sirvieron para darle una idea falsa de la sociedad y proporcionarle
el molde -el caballero andante, desfacedor de entuertos- donde volcar
sus ansias justicieras. Así, cuando Don Quijote muere, no muere de
vuelta de ninguna locura, sino agotado, aplastado por ese fracaso. Y si
Sancho llora a su lado, él le consolará, apuntando la posibilidad de que
el día de mañana otros hombres salgan a los campos del mundo a
continuar la empresa con mejor fortuna que ellos."
Es una adaptación fiel del libro al que se dio una lectura marxista,
subrayando la importancia de la lucha de clases. Fue rodada en Crimea
con un despliegue de medios impresionante para la época: efectos
especiales, el sistema Sovcolor, sonido estereofónico..Adaptación fiel
de la novela, excepto por un epílogo que sugiere que el ideal quijotesco
vivirá eternamente. Considerada como una de las mejores, si no la
mejor, de todas las versiones filmadas de la historia. Tal entusiasmo se
debe primordialmente a la actuación de Cherkasov, cuyo trabajo fue más
conocido por el público cinematográfico en Alexander Nevsky e Iván el
Terrible, ambos dirigidos por Sergei M. Eisenstein. No obstante, las
otras cualidades de la película no deberían olvidarse, incluyendo el
gran aporte de Tolubeyev en el papel de Sancho Panza. -
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