Khavn de la Cruz: la otra vanguardia - escrito por Víctor Fowler Calzada

El impacto de cinematografías hace apenas unos años
periféricas (si como tal cosa entendemos de escasa presencia en los
circuitos mundiales del entretenimiento o el llamado “cine de arte”), es
uno de los procesos de mayor complejidad y riqueza en el panorama del
audiovisual contemporáneo. Países que, en su mayoría, servían como
paisaje para producciones norteamericanas o europeas, han no sólo
comenzado a penetrar mercados o circuitos de arte con obras hechas hoy,
sino que revelan la existencia de largas tradiciones creativas al
organizar archivos y reconstruir las historias pasadas. Uno de estos
nuevos escenarios es Filipinas, y uno de sus más relevantes creadores el
polifacético Khavn de la Cruz (cineasta nacido en 1973) quien, además
de realizador de una obra cinematográfica con marcada vocación
experimental (tanto en ficción como en documental), posee credenciales
como narrador (dos novelas y un libro de cuentos), poeta (varios libros)
y músico (es tecladista además de compositor, posición ésta última en
la cual ha escrito dos óperas-rock). Si algo distingue a de la Cruz es
la radicalidad de la propuesta, tanto por el universo temático que
abarca, los personajes que retrata y, en particular, por la energía con
la cual cineasta ha acogido el medio digital como su instrumento
creativo, así como por la manera en la cual construye, a partir de aquí,
una estética liberadora que lo acerca a las posiciones del célebre
Dogma danés. En este sentido, es interesante que la crítica se refiera a
él (tratando de encontrarle raíz) utilizando las figuras de Jim
Jarmush, Lars von Trier, Charlie Chaplin, John Waters, Sam Pekinpah y
quizás también sea adecuado agregar el cine de horror sudasiático (que
Occidente recién empieza a conocer), la poesía y no poco de Brecht. En
todo caso, de este enorme cóctel de cinefilia y cultura resulta siempre
un producto que asombra por la libertad formal, el diseño de personajes y
la irreverencia...
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