
Hombres, mujeres, niños y dioses... ¿Arte o maestría? "Himalaya"
sobrepasa con creces la artesanía virtuosa: no es un excelente ejercicio
narrativo, no es una película elaborada con erudición en técnicas
cinematográficas. Eric Vali no es artesano, ni tampoco "maestro", si no
un condenado Poeta. "Himalaya" trasciende a algo mucho más elevado que
las propias imágenes y sonidos de la película, que son un excelente y
maravilloso vehículo que conduce a una serie de mensajes e ideas
espirituales más allá de la religión y de la carne. Detrás de un guión
meticuloso, una dirección ágil y brillante y unas imágenes poderosas, se
esconde la mismísima condición humana, la complejidad y la belleza de
existir, de hacer, de pensar y sentir. Un poema hermoso que homenajea la
vida a toda costa, que inspira fuerzas para seguir adelante. La vida
está construida a base de metas, objetivos, de un avance, a veces
doloroso, necesario para poner a prueba nuestra existencia. Vivir es
hacer, luchar, pensar, disfrutar, superar obstáculos. El ser humano es
un ser de avance, de progresión. En "Himalaya" todo se mueve, cambia.
Desde los mismos yaks y sus pastores en busca de un intercambio justo
hasta los movimientos de cámara y las nubes. -
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