Un hombre, Alekséi, habla con su esposa sobre su situación actual y los motivos por los que se han distanciado. La película es una evocación continua de recuerdos y sentimientos del propio Tarkovsky que viajan en diferentes tiempos sin orden aparente: la relación con su madre, su infancia,...que se mezclan con material fílmico de noticiario sobre la Guerra civil española, la Segunda guerra mundial y el enfrentamiento entre la URSS y China por la isla Damanski. En la película suenan poemas escritos y recitados por Arseny Tarkovsky, padre del director. Retrata un pasado que es el suyo, pero también el de un país y el del acontecer mundial. (FILMAFFINITY)
"El espejo" refleja al mejor Tarkovsky, y claro: deslumbra. El ruso era un artista único que aquí vuelve a crear magia visual delante de tus ojos para entregar un poema fílmico arrebatador, compuesto por una sucesión de escenas y recuerdos del propio autor antes, durante y después de la II Guerra Mundial. Sin continuidad narrativa y repleta de simbolismos, lo que la hace más onírica y envolvente, la cámara del genio se mueve creando planos imposibles, abriéndose con delicadeza a composiciones de una fuerza sinigual, bellísimas, capaces de sugerir, angustiar, fascinar. Lo surreal se alimenta de lo cotidiano. El presente dialoga con el pasado. Cine puro que huye de lo convencional como un verso de la lógica. El magnético rostro de Margarita Terekhova y el talento descomunal de Tarkovsky empapan la pantalla de reflexiones en forma de imágenes y textos sobre la infancia, el matrimonio, la maternidad. Miradas y palabras alrededor del amor y el dolor, la pérdida y el espanto de la guerra. Como muy pocas veces pasa en el cine (8½, Fresas salvajes, Los 400 golpes), he aquí un obra en la que un director, evocando su memoria, consigue captar las esencias y destilar poesía en forma de imágenes imperecerderas. Inmensa.
Pablo Kurt: FILMAFFINITY
http://www.filmaffinity.com/es/film871444.html
"El espejo" refleja al mejor Tarkovsky, y claro: deslumbra. El ruso era un artista único que aquí vuelve a crear magia visual delante de tus ojos para entregar un poema fílmico arrebatador, compuesto por una sucesión de escenas y recuerdos del propio autor antes, durante y después de la II Guerra Mundial. Sin continuidad narrativa y repleta de simbolismos, lo que la hace más onírica y envolvente, la cámara del genio se mueve creando planos imposibles, abriéndose con delicadeza a composiciones de una fuerza sinigual, bellísimas, capaces de sugerir, angustiar, fascinar. Lo surreal se alimenta de lo cotidiano. El presente dialoga con el pasado. Cine puro que huye de lo convencional como un verso de la lógica. El magnético rostro de Margarita Terekhova y el talento descomunal de Tarkovsky empapan la pantalla de reflexiones en forma de imágenes y textos sobre la infancia, el matrimonio, la maternidad. Miradas y palabras alrededor del amor y el dolor, la pérdida y el espanto de la guerra. Como muy pocas veces pasa en el cine (8½, Fresas salvajes, Los 400 golpes), he aquí un obra en la que un director, evocando su memoria, consigue captar las esencias y destilar poesía en forma de imágenes imperecerderas. Inmensa.
Pablo Kurt: FILMAFFINITY
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